Sequía y falta de certeza agrícola complican aportaciones de Chihuahua al Tratado de Aguas de 1944

La intensa sequía que ha azotado a Chihuahua durante los últimos años ha colocado al estado en una situación crítica para cumplir con las aportaciones al Tratado de Aguas de 1944, en un escenario marcado por bajos niveles en las presas, escurrimientos limitados y, sobre todo, por la falta de certeza sobre el próximo ciclo agrícola, del cual dependen miles de productores y comunidades rurales.

Las 10 presas con incidencia en el estado de Chihuahua registran en conjunto un almacenamiento promedio de 46.5 por ciento, de acuerdo con el más reciente reporte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), lo que refleja una recuperación parcial tras los años de sequía severa que afectaron a la entidad.

Los embalses que se nutren del río Conchos, afluente clave para Chihuahua y para el cumplimiento del Tratado de Aguas de 1944, presentan niveles dispares. La presa La Boquilla reporta un almacenamiento de 38.3 por ciento, mientras que la presa Luis Laureano León alcanza 49.8 por ciento. Hace un año, estos embalses registraban niveles de 15.7 por ciento y 62.3 por ciento, respectivamente.

Conagua informó que durante 2025 las precipitaciones acumuladas suman 395.9 milímetros, cifra cercana a la registrada en 2022, cuando se alcanzaron 403.7 milímetros. Estas lluvias permitieron una ligera recuperación en los cuerpos de agua, tras varios ciclos hidrológicos adversos.

En contraste, durante 2023 se registraron apenas 193.1 milímetros de lluvia y en 2024 201.2 milímetros, muy por debajo del promedio anual histórico de 350 milímetros. Esta situación derivó en una sequía extrema, con todo el territorio estatal afectado y más del 80 por ciento clasificado en sequía excepcional.

La presa La Boquilla, el embalse más grande del estado, almacena actualmente mil 89 millones de metros cúbicos, sin contar el azolve del cuerpo, lo que equivale al 38.3 por ciento de su capacidad. Este bajo nivel mantiene en riesgo a comunidades que dependen directamente del afluente, como el poblado de La Boquilla, en el municipio de San Francisco de Conchos, donde la pesca y el turismo son actividades económicas clave, además de que por medio de un sistema por gravedad se abastece de agua a las viviendas.

De este embalse depende también el ciclo agrícola de la región Centro-Sur del estado. Durante 2024 no se autorizó volumen para riego, lo que provocó una reducción considerable en la superficie sembrada y afectaciones severas en cultivos como el nogal, cuyos rendimientos se ubicaron por debajo del 50 por ciento.

Por su parte, la presa Luis Laureano León reporta un almacenamiento de 141.5 millones de metros cúbicos, equivalente al 49.8 por ciento. Parte de este volumen se destina al abastecimiento del Distrito de Riego 090 y a actividades pesqueras en la región.

La persistente sequía en la cuenca del río Bravo complica el cumplimiento del compromiso mexicano establecido en el Tratado de Aguas de 1944, el cual se cubre con los escurrimientos de seis ríos aforados: Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y el Arroyo de Las Vacas. No obstante, también pueden utilizarse aportaciones de los ríos San Juan, en Nuevo León, y Álamo, en Coahuila, aunque el río Conchos sigue siendo el principal afluente para el cumplimiento del acuerdo internacional.

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Redacción
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